Artesanía y arte convergen en Ciego de Ávila

Artesanía y arte convergen en Ciego de Ávila

  • Reminiscencias de la obra del artista cubano Alfredo Sosa Bravo se aprecian en la obra Sin título, de Yuri Limonte Hera. Foto: Alejandro García
    Reminiscencias de la obra del artista cubano Alfredo Sosa Bravo se aprecian en la obra Sin título, de Yuri Limonte Hera. Foto: Alejandro García

La artesanía se mantiene vital en la provincia, pero no todo está hecho.

Vuelve el XIX Salón Provincial de Artesanía Eduardo Martínez, de la filial avileña de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACAA), a mostrarnos cuanto de bueno y nuevo encierra la creación artística en el territorio, con una muestra diversa y coherente, donde la funcionalidad, el acabado, la creatividad y la utilidad se imbricaron en armoniosa complicidad.

Más de una veintena de obras figuraron en la nómina final y las técnicas empleadas oscilaron entre la marquetería, el tejido y el bordado, la cerámica, el papier maché, el tallado en madera, el metal y la orfebrería, lo que permite captar una ampliación de los modos tradicionales de hacer.

El jurado encargado de las deliberaciones estuvo integrado por los artistas Félix Madrigal Echemendía, José Ramón Benítez Vieito y Arley Isbani Lazo, quienes entregaron un Gran Premio, otros tres galardones en igualdad de condiciones y cinco menciones.

Con el Gran Premio se alzó Escape, de Fernando Padrón Sicilia e Irdelina Sicilia Núrquez, que lograda a partir de la técnica de cerámica policromada, “mostró exquisitos parámetros estéticos con gran poder de síntesis formal y concepto que caracteriza nuestro tiempo.”

“Por la ingeniosidad, la factura, el rejuego lúdico que nos recuerda la temática infantil y la excelente combinación del color, donde lo informal y lo interactivo se destacan”, se reconoció a Pal Guateque, de Carlos Andrés Santana García.

La Serie Fábula, de Alcides Mesa Fumero y Yusmarker Hidalgo Rodríguez, mereció un lauro debido al “concepto escultórico implícito, por la psicología en la expresión de las formas representadas, la frescura del tema, y la rica factura en cada detalle, donde se recogen elementos del argot popular”.

A su vez, la obra Sin título, de Yuri Limonte Hera, fue reconocida “por la asimilación de matices de la cultura africana adaptados a nuestros códigos visuales, y por el excelente equilibrio de la textura y el color, que contribuyen a su exquisito valor estético”.

Además, instituciones como la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, el Fondo de Bienes Culturales y la Asociación de Comunicadores entregaron premios colaterales.

Luego de ediciones donde no siempre hubo pluralidad en la participación y calidad en las propuestas, en esta oportunidad vale destacar la respuesta activa de los miembros de las ACA ante la convocatoria, sorteando, incluso, las limitaciones materiales que ciñen la creación por estos días y la ausencia de una sede que sirva de espacio para el diálogo y la interacción.

Según reconoció Bárbaro Toranzo Gordillo, presidente del Consejo Provincial de las Artes Plásticas en la provincia, unos de los mayores aciertos del salón han sido evidenciar la continuidad creativa en la obra de muchos artistas y mostrar piezas diversas, ya sea las realizadas con un marcado sentido decorativo o las que evidencian un punto de vista más utilitario.

Sin embargo, no todo está hecho y siempre hubo excepciones. Por momentos pudo percibirse un divorcio entre la artesanía y la concepción artística, pues donde existió una técnica depurada y exquisita, dígase, por ejemplo, Fuerza y ternura, de Rafael González, faltó un trabajo de dibujo más minucioso.

En otros casos se notaron composiciones simples y tradicionales, que no lograron marcar la diferencia en el grueso de la exhibición, así como la ausencia de una conceptualización o idea más profunda. Eso por no mencionar piezas que van idénticas de certamen en certamen, cual si el público no pudiese recordarlas y señalarlas con el dedo.

De modo general, la talla en madera y en piel, y el tejido, resultaron las técnicas de mayor representación y hechura, mientras que la orfebrería y la cerámica, dada su tradición en el terruño, pudieron encontrar más exponentes.

A estas alturas, involucrar a cada uno de los miembros de la ACAA con los eventos expositivos existentes en la provincia, acercar su trabajo al público e insistir en la promoción y el acompañamiento del artista son alternativas que pudieran devolvernos galerías llenas y expectativas satisfechas.

Texto: Ailén Castilla Padrón | Invasor.cu

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