Arte con cuchara, cuchillo y tenedor

Arte con cuchara, cuchillo y tenedor

Katheryn Felipe

Nacido en 1998 en la ciudad de Ciego de Ávila, al centro de la Isla, el grupo Pauyet es uno de los más destacados símbolos de la orfebrería cubana

Zoraida Montaño no tiene casa propia. Desde hace casi dos décadas la suya es la casa de los cubiertos, la casa a la que llegan anualmente miles de cubanos y extranjeros para asombrarse. «Uno no le puede cerrar las puertas a los hijos. Hay que ayudarlos. A mí me gusta que venga gente constantemente, que entre todo el que pueda», asegura la anciana.

Cuando entra allí, uno entiende por qué no le molestó que en 1998 su hijo, Víctor Rafael Blanco, decidiera convertir la casa en altar de obras hechas a partir de cucharas, cuchillos, tenedores y todo tipo de utensilios de cocina. Por qué no le disgustó que su casa, ubicada en el centro de la ciudad de Ciego de Ávila, pasara a tener un taller de orfebrería en el patio y una galería de arte en la sala.

De pie en la cocina, me confiesa: «Yo no sé inglés, mija. A veces los turistas me hablan y asiento sin saber lo que me están diciendo, hasta que alguien me explica. Lo que sí sé es que a la gente le encanta venir porque aquí está el grupo Pauyet, un símbolo de la cultura cubana».

Parece entonces que uno se traslada a la «Historia de la cuchara y el tenedor», que le contó José Martí a los niños en La Edad de Oro. Da la impresión de que en el patio de Zoraida Montaño, con un estante lleno de jicoteas y plantas, «está uno en las entrañas de la tierra, allá donde está el fuego como el mar».

Allí se funde en un horno la alpaca. La misma aleación de zinc, cobre y níquel, que en 1819 inventaron los franceses Maillot y Chorier. El mismo metal blanco concebido para imitar la cubertería de plata, que inicialmente llamaron en París maillechort. El mismo que todavía hoy se distingue por su facilidad para ser trabajado a temperatura ambiente y su resistencia a la corrosión.

***

Fue la alpaca precisamente lo que marcó el comienzo de Pauyet en la casa de Zoraida Montaño. Según dicta la religión yoruba, ampliamente arraigada en la Mayor de las Antillas, Pauyet es una voz de origen africano, que significa «mano con bastón de plata» y constituye un atributo del Osha (divinidad de la religión afrocubana) Obatalá.

«Entre los fundadores hubo uno que creía mucho en los orishas y escogió el nombre porque la alpaca se parece a la plata», explica Raudel Ruiz, integrante de Pauyet desde hace siete años. El también miembro de la Asociación Cubana de Artesanos y Artistas (ACAA) afirma que no había mejor manera de identificar una iniciativa destinada a conformar pequeñas esculturas, empleando como materia prima fundamental los cubiertos de alpaca.

Desde el inicio, Pauyet se propuso innovar. Quiso ser lo útil y lo bello en una misma pieza. Puso todo el talento de varias generaciones de artistas (las más de las veces autodidactas) para que su idea se conociera dentro y fuera de la Isla. Como resultado, cuenta con más de 55 exposiciones en países como Brasil, Argentina, Portugal, España, Canadá, Italia, donde tuvo una galería durante dos años, y Rusia, donde participó en el 2012 en el tradicional Festival de las Noches Blancas.

«Somos alrededor de una decena de trabajadores y solo uno, que es instructor de arte, posee formación especializada. Los demás somos empíricos; la mayoría, jóvenes. Pauyet ha trascendido por ser una escuela de artistas, que han dejado su huella en el grupo y que pasaron a hacerse de una obra propia», indica el artesano.

De acuerdo con Ruiz: «Todos aquellos que han estado en Pauyet han dejado una impronta. Sus diseños aún se reproducen porque son parte del grupo. Toda creación con valor estético, perdura. Además, cada integrante puede exponer individualmente. Respetamos lo individual y lo colectivo».

***

Visto que el acero sustituyó a la alpaca y ese tipo de cubierto apenas se fabrica ya, la materia prima se obtiene fundamentalmente de personas que la recolectan a lo largo y ancho del país y la venden.

Asimismo, Pauyet recibe abundantes donativos de sus visitantes y desarrolla una novedosa línea de joyería en la que utiliza predominantemente el coral negro y la concha de abulón. «Hay clientes que vienen por primera vez, ven el trabajo que hacemos, y al año siguiente llegan, incluso desde Inglaterra, con una mochila llena de cubiertos de alpaca. No hay gesto más bonito que ese», destaca Ruiz.

En tanto, agrega: «Llevamos un control exhaustivo de la materia prima, de lo que consumimos y compramos mensualmente, y hay un total equilibrio. No nos preocupa que se agote. Con lo que tenemos, al ritmo que llevamos, hay cubierto quizás para siete u ocho años más. El futuro de Pauyet depende de lo humano, no de lo material».

No pocos especialistas refieren que el proyecto es más que una casa-taller-galería, constituye un centro cultural, una muestra de lo más destacado de la orfebrería antillana del siglo XXI, que se reconoce social e institucionalmente.

***

Por proveer un intercambio directo con los creadores, la observación del proceso de elaboración de la pieza y la adquisición de piezas únicas, en el hogar de una familia cubana, Pauyet es también un foco de atracción turística al que arriban casi todas las excursiones provenientes de Jardines del Rey, al norte del territorio avileño.

«A nuestro destino llegan turistas fundamentalmente de Canadá y Reino Unido. En temporada alta hay rusos, polacos y franceses. Igualmente, muchos clientes vienen de otros puntos geográficos cubanos, sobre todo extranjeros que apuestan por la modalidad de circuitos y se dirigen a Trinidad o Camagüey», indica el entrevistado en exclusiva con Granma Internacional.

La duración del proceso para fabricar una pieza, claro está, se corresponde con la complejidad de la misma y la destreza que haya adquirido quien la hace. «La gama de gustos es muy amplia y para eso trabajamos. No obstante, lo más demandado son autos y motos, aves, caballos, que son símbolos de fuerza y rebeldía, y cualquier pieza que pueda regalársele a una mujer», advierte Ruiz.

Por otro lado, añade el creador, trabajan por encargo. «Nunca se había hecho un cerdo, por ejemplo, pero llegó un campesino y mandó a hacer uno para su padre. Luego vinieron canadienses, que se dedican a la cría de cerdos, y adoraron la reproducción de aquella pieza, que para nosotros era simple».

De esa manera, Pauyet también comercializa sus obras en varias galerías de La Habana, en algunas del Fondo Cubano de Bienes Culturales situadas en importantes destinos turísticos y en una otorgada por esa misma institución en el municipio avileño de Morón, y ha diseñado numerosos reconocimientos, entre los que sobresalen los premios del Torneo Internacional de la Pesca de Aguja y del certamen Cubadisco.

En el 2014 el grupo participó por primera vez en un Festival de Arte en Estados Unidos. «Entre más de 500 artistas en concurso, el grupo ganó el segundo premio en escultura por una serie de El Quijote», rememora Raudel Ruiz.

Con dos galardones en la Feria Internacional de Artesanía que anualmente celebra Cuba, la nominación en el 2006 al premio de artesanía de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, el sello de la Maestría Artesanal y el lauro Manos, máxima distinción que entrega la ACAA, la iniciativa fundada por Rafael Blanco se siente recompensada.

***

«Como vestidas de plata», en palabras de Martí, acaban las obras en el patio de Zoraida Montaño. Pasan de ser cubiertos, a expresar lo más auténtico de la imaginación humana. A partir de allí, se graban en los recuerdos de quienes se sensibilizan con lo diferente.

 

Fuente: Granma